La pregunta ya no es: “¿Vale la pena?”, Ahora es un imperativo corporativo.
No me malinterpreten, hay beneficios comerciales muy reales para “hacer el bien mientras se hace bien”. Visibilidad de marca y buena voluntad, satisfacción de los empleados, nuevas relaciones: todo crea un valor tangible para los accionistas. Hay muchos estudios de caso sobre el ROI para la Responsabilidad Social Corporativa (RSC); incluidas compañías como Patagonia, TOMS, Whole Foods y otras que han construido un negocio completo sobre el concepto.
Pero creo que ese es el pensamiento del 2000. En 2016, se trata de maximizar la curva. Los empleados, en particular los millennials, están buscando ese impacto. Los accionistas esperan un impacto social, así como también rendimientos financieros. Los clientes buscan empresas que participan en sus comunidades. En respuesta, las empresas están creando programas y herramientas para involucrar a estas poblaciones de nuevas maneras, definiendo sus propias marcas sociales estratégicas y viendo cómo los negocios siguen.
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